Me quedo con esta frase: "Mientras haya más como nosotros, este país va a salir adelante"
Tomado sin permiso de http://espanol.news.yahoo.com/s/afp/090520/entretenimiento/argentine_sociedad_corrupci__n_2
BUENOS AIRES (AFP) - Los argentinos cubrieron de regalos a un conductor de taxi que tuvo la honestidad de devolver una importante suma de dinero olvidada por un pasajero, un gesto convertido en noticia en un país donde la corrupción sigue siendo una plaga nacional.
Unas 55.000 personas visitaron la página 'Devolvelelaguitaaltaxista.com' creada especialmente para la ocasión. El pasado fin de semana se logró el objetivo: ofrecerle a Santiago Gori, de 49 años, el equivalente exacto del monto devuelto, más de 130.000 pesos (unos 35.000 dólares), en distintos regalos.
"Sabíamos que la idea podía seducir porque le permitía a la gente expresar lo que sentía", indicó Nicolas Diaco, de 24 años, publicista en el origen de esta idea junto a su colega Ezequiel De Luca, de 22 años. "¡Pero nunca imaginamos algo tan masivo!".
Un mes después del funeral del ex presidente Raúl Alfonsín, padre de la democracia argentina moderna, que convocó a 100.000 personas a las calles, los argentinos saludaron nuevamente en masa a un hombre honesto.
"¡Deben ser los mismos!", ironiza Ezequiel, director artístico de Publicis Graffiti. ¿Se trata de un nuevo mensaje dirigido a la clase política, a un mes de unas elecciones legislativas cruciales?
Argentina ocupa el lugar 109 en la lista 2008 de la ONG Transparencia Internacional, mientras que sus vecinos Chile y Uruguay están en el lugar 23, entre los países menos corruptos.
El sitio parece haber traducido así las frustraciones y esperanzas de un país.
"Mientras haya más como nosotros, este país va a salir adelante", escribió una pareja ofreciendo a Santiago Gori una pantalla de computadora. "Si nuestros políticos tuviesen un 10% de tu honestidad, ¡qué país tendríamos!", indica otro, proponiendo almorzar juntos.
Quienes entraron en la página ofrecieron neumáticos nuevos para su taxi, un traje, una botella de vino. Extranjeros lo invitan a pasar algunos días en Sao Paulo, Miami o Nueva York...
En La Plata, ciudad situada a 60 kilómetros al sudeste de Buenos Aires, Santiago Gori trabaja hasta las nueve de la noche como si nada hubiera pasado.
"Me sorprendió y mucho. Los chicos se largaron así. Yo ni los conocía", contó.
Todavía se acuerda como si fuera ayer ese día de abril en el que todo se desencadenó. Un pasajero que acababa de dejar había olvidado un maletín detrás. Lo abrió y vio los fajos de billetes...
Tenía que devolver ese dinero. Admite que se acordó del préstamo que había pedido para comprar su auto. Pero no dudó mucho y encontró al propietario, poco después, en la comisaría.
"Sos un santo", le dijo el hombre. Y le entregó, dos días después, 12.000 pesos (3.200 dólares) como recompensa. Mientras tanto, De Luca y Diaco habían lanzado su iniciativa.
En un país donde, según la letra del célebre tango 'Cambalache', de Enrique Santos Discépolo, "el que no llora no mama, y el que no afana es un gil" (quien no reclama nada no tiene nada y quien no roba es un tonto), el gesto de Santiago Gori conmovió.
Más aún tratándose de un taxista. Los argentinos fueron durante años víctimas de taxistas falsos, que resultaban ser ladrones. Un fenómeno que permitió el éxito de las compañías de 'radio-taxis', consideradas las únicas confiables porque se llaman previamente usando un código de identificación.
El domingo, Santiago Gori ofreció en su casa a los jóvenes publicitarios un "asado", la tradicional carne argentina a la parrilla. "Me trajeron una carpeta con los teléfonos de los donadores. Tengo que contactarlos uno a uno", indicó. Pronto llamará a todas las personas que le hicieron tantos regalos.
Estas son las aventuras :) que le ocurren a un peruano cuando decide emigrar.
miércoles, mayo 20, 2009
Algo hicimos mal
Corto y Directo...
Fuente: Algo hicimos mal, Diario La Nación de Costa Rica
Palabras del presidente Óscar Rafael de Jesús Arias Sánchez en la Cumbre de las Américas, Trinidad y Tobago, 18 de abril del 2009.
Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre, es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. No creo que eso sea del todo justo.
No podemos olvidar que América Latina tuvo universidades antes de que Estados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primeras universidades de ese país. No podemos olvidar que en este continente, como en el mundo entero, por lo menos hasta 1750 todos los americanos eran más o menos iguales: todos eran pobres.
Cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda… y así la Revolución Industrial pasó por América Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la oportunidad.
También hay una diferencia muy grande. Leyendo la historia de América Latina, comparada con la historia de Estados Unidos, uno comprende que Latinoamérica no tuvo un John Winthrop español, ni portugués, que viniera con la Biblia en su mano dispuesto a construir “una Ciudad sobre una Colina”, una ciudad que brillara, como fue la pretensión de los peregrinos que llegaron a Estados Unidos.
Hace 50 años, México era más rico que Portugal. En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur –en cuestión de 35 ó 40 años– es un país con $40.000 de ingreso anual por habitante. Bueno, algo hicimos mal los latinoamericanos.
¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas las cosas que hemos hecho mal. Para comenzar, tenemos una escolaridad de 7 años. Esa es la escolaridad promedio de América Latina y no es el caso de la mayoría de los países asiáticos. Ciertamente no es el caso de países como Estados Unidos y Canadá, con la mejor educación del mundo, similar a la de los europeos. De cada 10 estudiantes que ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países solo uno termina esa secundaria. Hay países que tienen una mortalidad infantil de 50 niños por cada mil, cuando el promedio en los países asiáticos más avanzados es de 8, 9 ó 10.
Nosotros tenemos países donde la carga tributaria es del 12% del producto interno bruto, y no es responsabilidad de nadie, excepto la nuestra, que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestros países. Nadie tiene la culpa de eso, excepto nosotros mismos.
En 1950, cada ciudadano norteamericano era cuatro veces más rico que un ciudadano latinoamericano. Hoy en día, un ciudadano norteamericano es 10, 15 ó 20 veces más rico que un latinoamericano. Eso no es culpa de Estados Unidos, es culpa nuestra.
En mi intervención de esta mañana, me referí a un hecho que para mí es grotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado. Porque no puede ser que el mundo rico dedique 100.000 millones de dólares para aliviar la pobreza del 80% de la población del mundo –en un planeta que tiene 2.500 millones de seres humanos con un ingreso de $2 por día– y que gaste 13 veces más ($1.300.000.000.000) en armas y soldados.
Como lo dije esta mañana, no puede ser que América Latina se gaste $50.000 millones en armas y soldados. Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro? El enemigo nuestro, presidente Correa, de esa desigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la desigualdad que tenemos, que realmente nos avergüenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas.
Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamos en los sesenta, setenta u ochenta. Parece que se nos olvidó que el 9 de noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de Berlín, y que el mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es un mundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los académicos, que toda la gente de pensamiento, que todos los economistas, que todos los historiadores, casi que coinciden en que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los latinoamericanos. Y yo, lamentablemente, coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los “ismos” (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo…), los asiáticos encontraron un “ismo” muy realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, que es el pragmatismo. Para solo citar un ejemplo, recordemos que cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se estaban enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Pekín y dijo a los viejos camaradas maoístas que lo habían acompañado en la Larga Marcha: “Bueno, la verdad, queridos camaradas, es que a mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones”. Y si hubiera estado vivo Mao, se hubiera muerto de nuevo cuando dijo que “la verdad es que enriquecerse es glorioso”. Y mientras los chinos hacen esto, y desde el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13%, y han sacado a 300 millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás.
La buena noticia es que esto lo logró Deng Xioping cuando tenía 74 años. Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de los 74 años. Por eso solo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los cambios que tenemos que hacer.
Muchas gracias.
Fuente: Algo hicimos mal, Diario La Nación de Costa Rica
Palabras del presidente Óscar Rafael de Jesús Arias Sánchez en la Cumbre de las Américas, Trinidad y Tobago, 18 de abril del 2009.
Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre, es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. No creo que eso sea del todo justo.
No podemos olvidar que América Latina tuvo universidades antes de que Estados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primeras universidades de ese país. No podemos olvidar que en este continente, como en el mundo entero, por lo menos hasta 1750 todos los americanos eran más o menos iguales: todos eran pobres.
Cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda… y así la Revolución Industrial pasó por América Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la oportunidad.
También hay una diferencia muy grande. Leyendo la historia de América Latina, comparada con la historia de Estados Unidos, uno comprende que Latinoamérica no tuvo un John Winthrop español, ni portugués, que viniera con la Biblia en su mano dispuesto a construir “una Ciudad sobre una Colina”, una ciudad que brillara, como fue la pretensión de los peregrinos que llegaron a Estados Unidos.
Hace 50 años, México era más rico que Portugal. En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur –en cuestión de 35 ó 40 años– es un país con $40.000 de ingreso anual por habitante. Bueno, algo hicimos mal los latinoamericanos.
¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas las cosas que hemos hecho mal. Para comenzar, tenemos una escolaridad de 7 años. Esa es la escolaridad promedio de América Latina y no es el caso de la mayoría de los países asiáticos. Ciertamente no es el caso de países como Estados Unidos y Canadá, con la mejor educación del mundo, similar a la de los europeos. De cada 10 estudiantes que ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países solo uno termina esa secundaria. Hay países que tienen una mortalidad infantil de 50 niños por cada mil, cuando el promedio en los países asiáticos más avanzados es de 8, 9 ó 10.
Nosotros tenemos países donde la carga tributaria es del 12% del producto interno bruto, y no es responsabilidad de nadie, excepto la nuestra, que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestros países. Nadie tiene la culpa de eso, excepto nosotros mismos.
En 1950, cada ciudadano norteamericano era cuatro veces más rico que un ciudadano latinoamericano. Hoy en día, un ciudadano norteamericano es 10, 15 ó 20 veces más rico que un latinoamericano. Eso no es culpa de Estados Unidos, es culpa nuestra.
En mi intervención de esta mañana, me referí a un hecho que para mí es grotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado. Porque no puede ser que el mundo rico dedique 100.000 millones de dólares para aliviar la pobreza del 80% de la población del mundo –en un planeta que tiene 2.500 millones de seres humanos con un ingreso de $2 por día– y que gaste 13 veces más ($1.300.000.000.000) en armas y soldados.
Como lo dije esta mañana, no puede ser que América Latina se gaste $50.000 millones en armas y soldados. Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro? El enemigo nuestro, presidente Correa, de esa desigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la desigualdad que tenemos, que realmente nos avergüenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas.
Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamos en los sesenta, setenta u ochenta. Parece que se nos olvidó que el 9 de noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de Berlín, y que el mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es un mundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los académicos, que toda la gente de pensamiento, que todos los economistas, que todos los historiadores, casi que coinciden en que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los latinoamericanos. Y yo, lamentablemente, coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los “ismos” (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo…), los asiáticos encontraron un “ismo” muy realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, que es el pragmatismo. Para solo citar un ejemplo, recordemos que cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se estaban enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Pekín y dijo a los viejos camaradas maoístas que lo habían acompañado en la Larga Marcha: “Bueno, la verdad, queridos camaradas, es que a mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones”. Y si hubiera estado vivo Mao, se hubiera muerto de nuevo cuando dijo que “la verdad es que enriquecerse es glorioso”. Y mientras los chinos hacen esto, y desde el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13%, y han sacado a 300 millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás.
La buena noticia es que esto lo logró Deng Xioping cuando tenía 74 años. Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de los 74 años. Por eso solo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los cambios que tenemos que hacer.
Muchas gracias.
sábado, mayo 09, 2009
Entrada
Si, ya se que hace tiempo no actualizo a este niño, flojera... puede ser. i'm sorryno por ello
Encontre eso en la red.
Hans Rosling: Desmontando los mitos del tercer mundo con las mejores estadísticas que hayas visto nunca, tomado de La Aldera Irreductible (deberias tenerlo dentro de tus enlaces a revisar de vez en cuando)
http://aldea-irreductible.blogspot.com/2009/05/ted-hans-rosling-desmontando-los-mitos.html
La niñez de algunos personajes publicos, tomado de Quo
http://www.quo.es/ciencia/historia/pequenos_y_matones/bin_laden_multimillonario
Ambos son un poco largos, pero la verdad valen la pena tomarse el tiempo
Saludos
Encontre eso en la red.
Hans Rosling: Desmontando los mitos del tercer mundo con las mejores estadísticas que hayas visto nunca, tomado de La Aldera Irreductible (deberias tenerlo dentro de tus enlaces a revisar de vez en cuando)
http://aldea-irreductible.blogspot.com/2009/05/ted-hans-rosling-desmontando-los-mitos.html
La niñez de algunos personajes publicos, tomado de Quo
http://www.quo.es/ciencia/historia/pequenos_y_matones/bin_laden_multimillonario
Ambos son un poco largos, pero la verdad valen la pena tomarse el tiempo
Saludos
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